LA SENSIBILIDAD EN LOS EDUCADORES Y EL APRENDIZAJE DE LOS NIÑOS PREESCOLARES

¿Qué es la sensibilidad?

Un adulto sensible es aquel que responde a las demandas del niño/a de manera adecuada. Esto incluye que perciba e interprete las señales del niño/a y ofrezca una respuesta rápida y apropiada ante sus demandas físicas y afectivas, siendo accesible a sus necesidades y ofreciéndole protección y cuidado (Bowlby, J., 1980).

La sensibilidad puede observarse, por ejemplo, en la capacidad del adulto para tranquilizar al niño/a en momentos de estrés, negociar en situaciones conflictivas, encontrar juegos interesantes, estimulantes y creativos para el niño/a, interactuar de manera cálida y afectiva con él o ella.

La seguridad que brinda la sensibilidad del adulto al niño/a no solo se logra entre la madre-hijo, también con los educadores del preescolar con quienes los niños/as comparten gran parte de su tiempo (Pianta, R., & Stuhlman, M. 2004). Algunas investigaciones realizadas en preescolares, han mostrado que cuando la relación entre del profesor preescolar y el niño/a es más segura, este tiende a explorar su entorno espontáneamente, lo que facilita su desarrollo cognitivo y lingüístico (Pianta, R. C., 1999)

Otras investigaciones han mostrado que la sensibilidad y sobre la capacidad de ser sensible durante una interacción de juego los niño/a tendran un mejor lenguaje (Cuellar y Farkas, 2018). Existe una estrecha entre actitudes sensibles de los adultos con el desarrollo cognitivo del niño en años posteriores (NICHD, 2002).

¿Por qué es importante que los adultos seamos sensibles?

Los niños/as con un entorno sensible durante los primeros años desarrollan una mayor autoestima, confianza en sí mismos, logran regular mejor sus estados emocionales, muestran una mayor motivación hacia el aprendizaje, desarrollan mayores habilidades cognitivas, lingüísticas, emocionales y logran un alto nivel de autonomía e iniciativa (Hirsh-Pasek, K., & Burchinal, M., 2006) .

Además, los niños/as que viven en condición de riesgo psicosocial, se benefician más aun de un personal educativo sensible, ya que este les permite compensar necesidades afectivas, lo cual influye de manera positiva en su desarrollo socio-emocional (Santelices, et al., 2009).

¿Cómo es la sensibilidad que los educadores?

La sensibilidad es una capacidad que todos tenemos en distinta medida, por ejemplo hay adultos que reconocen con mayor facilidad las necesidades de los niños/as que otros, o actúan de manera más inmediata y apropiada frente a estas. Sin embargo, estos distintos aspectos de la sensibilidad se pueden desarrollar y fortalecer.

Así es importante que los educadores logren captar las señales de los niños/as y responder apropiadamente a estas. Por ejemplo, al jugar o interactuar con los niños/as, el adulto debiera tratar de establecer contacto visual y cercanía corporal con cada uno de ellos, así como mantener un tono de voz cálido.

Además, es conveniente comentar las acciones, necesidades y/o emociones de los niños/as, logrando interpretar sus deseos. Por ejemplo, «Parece que les gusta jugar a la pelota», “¿Están pasándolo bien con este juego?”, “Parece que se cansaron con la actividad”, ¿con cuál de estos juegos prefieres jugar?

Es importante reflejar las emociones tanto positivas como negativas, utilizando expresiones tanto verbales como gestuales. Por ejemplo “Veo que están tristes porque se acabó el recreo (con cara triste)” o “Estamos todos felices porque los estamos pasando bien juntos (con cara de felicidad)”. También es relevante reforzar las conductas de los niños/as, como por ejemplo, “¡Juanito que bien atrapas la pelota!”, “Eres una niña muy creativa”, “Que bien se portaron hoy”.

Debido a que es difícil responder de manera sensible a muchos niños simultáneamente, es importante al menos responderles verbalmente frente a una necesidad, por ejemplo, “ya voy Rosita, termino aquí y voy a ayudarte”, “ya vi que te caíste Pedrito, voy enseguida a ver que te pasó”.

De esta forma podemos relacionarnos con los niños y fomentar una mayor seguridad y confianza emocional en ellos. Recuerden que el papel que tienen los educadores es también muy importante y su impacto en el desarrollo del niño es significativo.

Necesitamos que todas las educadoras sean sensibles!!! Es una competencia basica para la interaccion con niños»

REFERENCIAS

Bowlby, J. (1980) Attachment and loss: Volume 3. Loss, New York: Basic Books

Cuellar, M.P & Farkas, Ch. (2018). Sensibilidad y mentalizaciónde las educadoras de párvulos. Predictores del lenguaje infantil a los 30 meses. Perfiles Educativos 60, (160): 64 – 82.

Pianta, R., & Stuhlman, M. (2004). Teacher-Child relationships and children’s success in the first years of school. School Psychology Review, 33(3), 444-458.

Pianta, R. C. (1999). Enhancing relationships between children and teachers. Washington, DC: American Psychological Association.

Hirsh-Pasek, K., & Burchinal, M. (2006) Mother and Caregiver Sensitivity Over Time: Predicting Language and Academic Outcomes With Variable and Person-Centered Approaches. Merrill-Palmer Quarterly, 52(3) 449-485.

Santelices, M.P., Olhaberry, M., Pérez-Salas, C.P., Carvacho, C. (2009) «Comparative study of early interactions in mother-child dyads and care centre staff-child within the context of Chilean crèches». Child: Care, Health & Development. 36, 2, 255-264.

Pilar Cuellar, Psicóloga

Mg en Psicología Educacional-UC, Esp en Neuropsicología Infantil-PUJ, Diplomada en Promoción apego seguro-UC y Psicoterapia de juego(c)-C. METAFORA

 

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